31 ene 2010

Hombres que NO – Vol. 1

N. de E.: En esta sección, intentaré ser extremadamente fiel al siempre bien posicionado axioma: “basado en hechos reales”. Hombres que NO intentará reflejar este inverso cambio de paradigma: ahora los hombres no quieren solo “eso”.
Resulta que una vez que E se había ido de nuestra casa fraterna, XM y yo decidimos sumar una tercera integrante a la casa. La primera postulante fue aceptada sin más, luego comprenderíamos el impulsivo error que habíamos cometido. La  llamaremos “Tamagochi” * y será protagonista de otro post. Tamagochi  tenía unos amigos y con ellos fuimos a una fiesta. Al promediar la noche, Ignacio, su mejor amigo, nos propone continuar la velada en su casa, mirando una película. Todos dijimos: sí. El tipo, vivía en una casona antigüa, de escalera de mámol e infinidad de cuartos, al estilo “petit hotel”, en pleno centro porteño. Seríamos ocho en total. En un amplio salón, el tipo descubrió un proyector digital (en esa época no eran frecuentes) frente a una amplia pantalla electrónica de cine. Sí, en su casa. Todos nos acomodamos para ver una porquería protagonizada por Angelina Jolie. Ignacio hacía cine, y durante la fiesta, el traslado en coche, y ahora en su casa, no dejaba de comentarme los trucos de cámara, ángulo, luz, y demás cuestiones técnicas que venían muy poco al caso, más aún en una película de tan bochornosa factura. Pero como él me iba gustando un poco y rozaba su rodilla o su hombro junto a los míos, lo dejé decir.
La película terminaría una hora cuarenta después, 8:40 de la mañana y yo empezaba a sospechar si tendría sentido la ausencia del descanso. Cuando los títulos finales empezaron a caer en cascada, todos los otros espectadores se retiraron. Inclusive, Tamagochi. Yo, en tal confusión (se fueron a dormir a los cuartos? No me saludan? Tamagochi me tejió una emboscada?) anuncié que pediría un taxi. Ignacio, me dijo que no, que me quedara, que era muy tarde, mientras guardaba el proyector bajo siete llaves.
Lo que sigue es la copia más fiel que ha guardado mi memoria:
8:45 hs.
Ignacio: Vení, (me toma de la mano) te voy a mostrar mi estudio de edición
Unos veinte minutos del tipo mostrando publicidades, cortos, ediciones de sonido y blah blah….
9: 05 hs.
Ignacio:  Este es mi cuarto… y esta mi guitarra… (se sienta en la cama y con la guitarra en mano empieza un variadísimo popurrí que contiene desde Led Zeppelin hasta Paco de Lucía: todo lo que imagineis. Yo, tratando de mantener una posición erguida que con lo frondoso del popurrí terminó en posición fetal, en la cama.)
9: 45 hs.
Ignacio: (al percibir el pestaneo persistente de mis ojos) Sí, vamos a dormir
Dicho esto, lo veo hurgar en el placard: saca toallón, desodorante, perfume importado, maquinita de afeitar
Ignacio: Me pego un bañito rápido… (Sale)
Yo, incómoda como pito de travesti, me recuesto en la cama y comienzo un balbuceo interior al mejor estilo “qué hacer”: me meto en la cama? Me acuesto con la ropa? Me quedo así como estoy y lo espero?
10:00 hs.
Ignacio sigue en el baño. Canta en la ducha. Se escucha el agua caer y caer. Sigue cantando. Luego, una rutina sistemática: secado, frotado, desodorante y perfume. El ruido del agua es relevado por el chillido de la maquinita de afeitar. Sigue… encerrado en el baño ...
Yo, abrumada por el curso de los acontecimientos, decido en un arrojo de valentía, sacarme la pollera (era prestada y no daba arrugarla toda!), meterme en la cama y cerrar los ojos.
10: 30 hs.
Ignacio sale del baño, inmaculado, con una toalla de mano sujeta a la cintura por única prenda. Se sienta en la cama, toma la guitarra y me dice:
Ignacio: Conocés esta? (Abro los ojos. Comienzan los acordes de otro tema de su imperecedero repertorio musical)
Yo: Tengo sueño.
Ignacio se quita la toalla y se mete en la cama. Besos y frases bonitas:  me gustás, me gusta tu.., tu mirada… y esa forma que tenés… Me abraza y arranca como un camión cisterna unos ronquidos desaforados… en mi oreja. Sí. Me alejo, lo codeo. El rugido cesa.
11:15 hs.
Ignacio: (Despierta) Pongo el despertador a la 1. (13 hs.)
13 hs.
Se despierta. Me despierta a los besos y a los arrumacos, y las palabras dulces al oído. Todo amor y felicidad. Empieza a montarse finalmente la escena sexual. Vuela la ropa. Los besos pierden la melosidad de sus palabras.
13: 20 hs.
Suena el despertador, otra vez.
Ignacio: Tengo que irme. (El porno soft se transforma en una película ATP.)
Yo: (Risas y más risas)
Ignacio, acariciando mi pelo, con mirada amorosa, entre mimos lentos, y gestos que buscan complicidad en mí,  dice: “sirvió para un primer acercamiento”

En honor a la justicia femenina, se terminó el amor.


* Los nombres reales de los personajes han sido cambiados para proteger a los desprevenidos. Cualquier similitud con el nombre o la historia de alguna persona, viva o muerta, es completamente coincidencia y no intencional.)